Acoso escolar y la Educación Social

Hola chicos y chicas hoy os voy a hablar de uno de los mayores desafíos que presenta la convivencia escolar en los centros educativos este es el acoso escolar, tanto por la repercusión social que generan los medios de comunicación, como por las consecuencias que tiene en el alumnado que lo vive.

Los protocolos de actuación ante el maltrato escolar están prácticamente generalizados entre las administraciones educativas autonómicas, pero tenemos que observar si su aplicación se limita a una medida disciplinaria o si contempla la acción socioeducativa con el fin de revertir la situación, reeducar para evitar la repetición y ayudar a crear relaciones positivas.

El papel de la Educación Social ante el acoso escolar va más allá de las medidas punitivas, por lo que plantea alternativas educativas cuando es posible. Si una intervención socioeducativa temprana consigue reducir las repercusiones que tiene para todas las personas implicadas, tanto en lo personal como en los social y académico, es muy posible que se evite una consecuencia disciplinaria, que por sí sola no garantiza la desaparición del origen del maltrato en el futuro.

Cuando se detecta una situación de acoso, el educador o la educadora social intervienen con la victima ayudándole a crear un entorno seguro en el que no se sienta amenazada y alejando de ella la situación agresiva. 

Así pues, es fundamental una atención personalizada que asegure su estabilidad psicológica e integridad física, así como su continuidad académica.

Por otro lado, el educador o la educadora social  tampoco olvida al alumnado que intimida o agrede y la atención educativa que necesita, para ayudarle a establecer las nuevas actitudes en su relación con los iguales, en especial con el alumnado que venían molestando.

Además, las intervenciones sobre este problema de convivencia necesitan una atención especializada y especifica con el resto del alumnado que observa, de forma poco activa e incluso pasiva, las circunstancias a las que les da miedo enfrentarse para no verse en centro de la diana de las personas agresoras.